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Hay un conjunto de síntomas y manifestaciones que le suelen suceder a las personas que por algún motivo laboral, familiar, político, económico, etcétera; deben abandonar su ciudad y/o país de origen de manera prolongada o definitivamente. Esto es lo que se conoce como Síndrome de Desarraigo o problemática de aculturación.
No es algo que suceda cuando hacemos viajes cortos, ya que nuestra mente está programada para observar con inquietud enriquecedora o de intercambio, en cambio el síndrome de desarraigo nos enfrenta a cierta dimensión de lo inexorable que se puede equiparar a un proceso de duelo.
Lo que suele aparecer como síntomas o manifestaciones es una marcada actitud melancólica relacionada con la cultura, afectos, costumbres, etcétera de nuestro país o ciudad natal.
De repente notamos que estamos más tiempo conectados a las redes sociales o en contacto on line con nuestros afectos que viven en la ciudad que dejamos, o una tendencia casi exclusiva a movernos dentro de ciertos “ghettos” o comunidades de compatriotas, sensación de rechazo y queja con la cultura y costumbres locales, entre otras cosas.
Lo esperable siempre va a ser que si nos toca vivir en otra cultura nos podamos ir adaptando y mezclando lo más posible con los locales sin que esto signifique una negación u olvido de nuestra cultura natal.
Estas alertas negativas mencionadas más arriba son las que debemos tener en cuenta para no quedar atrapados por esta problemática que de no ser abordada adecuadamente puede llevarnos a tomar malas decisiones, tener una vida apagada, triste y hasta enfermarse físicamente.
Por eso es tan importante al detectar esto consultar y en lo posible comenzar un tratamiento psicoterapéutico individual con un profesional para ayudarnos a superar este fenómeno de manera paulatina y definitiva.
Pensemos en lo que sucede cuando trasplantamos un árbol, va a haber un período difícil pero lo esperable es que con el tiempo esas raíces puedan adaptarse perfectamente al nuevo suelo y seguir creciendo.